Bienvenidos a esta celebración. Nos hemos reunido en torno a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, signos perfectos del amor y comunión entre nosotros. Hoy queremos como comunidad, familia y amigos compartir el recuerdo de la vida de M. Inmaculada a la que tanto hemos admirado y querido como gran persona, buena religiosa y excelente educadora.
Nos deja un gran legado que acogemos con cariño y responsabilidad. Su vida en Merced ha sido un gran regalo del que seguiremos disfrutando y prolongando sus efectos por la huella que ha dejado en quienes hemos vivido y compartido camino.
Como persona ha sabida conjugar su firmeza con su capacidad de relación cercana y comprensiva.
Como religiosa amante de nuestra Orden teniendo como fuente de inspiración a María de la Merced.
Como educadora mujer de vanguardia, con inteligencia emocional y capacidad intelectual. Pionera y entregada a la misión. Potenciado con su saber hacer y buena pedagogía la creencia de que la educación es un agente de cambio y transformación personal y social.
Inmaculada nos deja muchas lecciones de vida que hoy agradecemos a Dios y ponemos en el altar. Sabemos que seguirá apoyando desde el cielo a su comunidad y a la Orden de la Merced en la que tanto ha aportado.